Todos los sueños tienen que acabar, y el del Angers encontró su fin al borde de la gloria. Como ya ocurrió hace tres temporadas el equipo de la región del Loira se quedó en semifinales, esta vez ante un Rennes que no necesitó hacer su mejor partido para meterse en la final.

La noche empezaba de manera inmejorable para el Angers, con un gol de Yattara que ponía patas arriba la eliminatoria a los dos minutos. La ilusión del equipo humilde se vio ampliamente multiplicada con el tanto, y en los primeros minutos lograron mantener al lobo alejado de su puerta. Sin embargo le faltaba profundidad al juego de los visitantes, y el Rennes, sin controlar el partido, empezó a encontrarse cómodo.

Volcando el juego en las bandas empezaron los locales a buscar las cosquillas del Angers, que poco a poco se arrugaba a medida que veía como el esférico rondaba su área. El empate llegó al cuarto de hora y prácticamente sin querer, en un centro de Alessandrini que entre el central y el portero no lograban despejar, dejando el esférico suelto para que definiese Toivonen. La igualada parecía no hacer más que confirmar la sensación de que el Rennes podía llevarse el partido sin necesidad de apretar.

Dejando que el Angers se permitiese alguna licencia en la disputa de la posesión los de Montanier fueron madurando el segundo. Tras un par de llegadas que se definieron, Grosicki recibió un pase a la espalda de la zaga, se fue de Malicki y superó con la derecha a los dos zagueros que intentaban tapar la portería. Pasaba la media hora de juego, y tener el resultado en contra fue una inyección de moral para un Angers que acabó el primer tiempo en el área rival. Costil tuvo que intervenir en un saque de esquina, que encontró rematador a escasos metros del meta, para mantener la ventaja al descanso.

El segundo acto comenzó con otro aviso de los visitantes. Camboa buscó un lanzamiento directo en una falta muy lejana, Costil se confió y el cuero acabó tocando la parte superior del larguero. Cuando parecía que el Rennes sufriría llegó el regalo. Una pérdida en la construcción permitió a Doucouré armar una contra y cederla a Makoun, que desde la frontal hacía el tercero. Gol de la tranquilidad para los de Montanier, que cedieron el control al Angers.

Con el cuero dominado y liderados por Camboa y Yattara, los visitantes buscaron con fe ilimitada hacer el tanto que les metiese en partido. Los locales, a base de buena defensa y guiados por un gran Grosicki, iban creando peligro al contraataque. Toivonen tuvo la más clara para sentencia, pero incomprensiblemente disparó alto a puerta vacía. A medida que el tiempo se consumía el Rennes iba retrocediendo más, entregando por completo la responsabilidad al rival.

Pero salvo alguna llegada sin excesivo peligro el Angers no inquietó a Costil hasta el minuto 89. Fue gracias a Kana-Biyik, que desvió con la mano un disparo de Camboa. Yattara lograba el doblete engañando al guardameta y daba emoción a la recta final. Sin embargo el Rennes tiró de experiencia y evitó que se jugase durante el descuento, metiéndose en su segunda final en dos años tras la de la Coupe de la Ligue el año pasado.