Giuly en busca del enésimo milagro

Mi primer recuerdo del fútbol francés es de 2004. Mi padre era del Real Madrid y en su casa veíamos prácticamente el 90% de los partidos del conjunto blanco. Precisamente uno de mis primeros ídolos de la infancia fue Fernando Morientes. El moro fue cedido esa temporada al Mónaco en busca de minutos que no encontraba en Concha Espina. Ese Mónaco quedó emparejado con el Real Madrid en los cuartos de final de la Champions League. Tras el 4-2 de la ida en el Bernabéu y el 0-1 de Raúl en el Louis II estuve cerca de quitar la televisión. Ese Mónaco jugaba muy bien al fútbol y yo lo conocía porque meses atrás le había endosado un 8-3 a un Deportivo que había estado a un gol de la final de dicha Champions, y de volver a encontrarse con un Mónaco que gracias a un superlativo Giuly se metió en las semifinales. Las lágrimas de Giuly creo que no sólo me emocionaron a mi tras marcar de tacón con un remate que sólo pueden ejecutar las leyendas. Como tampoco me emocionaron las lágrimas de Giuly en la final en la que el Mónaco perdió 3-0 y en la que el francés se lesionaba a los tres minutos. Personalmente, creo que el Mónaco no habría acabado tan mal aquella final si Giuly no acaba lesionado.
El caso es que Giuly merecía una segunda oportunidad, y el fútbol se la devolvió en 2006. Los aficionados del Barcelona seguro que habían celebrado por todo lo alto la eliminación del Real Madrid ante el Mónaco, y habrían vibrado con los goles de Giuly. Y también seguro que vibraron con su golazo en San Siro que permitía al Barcelona jugar su primera final de Champions tras la cosechada en el siglo pasado ante la Sampdoria con el gol de Koeman. Sin Giuly el Barcelona no habría ganado aquella Champions, y los aficionados del Barcelona callaron bocas tras haberlo criticado duramente durante toda la temporada. El fútbol ya no fue para Giuly lo mismo. Sus años de gloria se habían acabado tras su marcha del Barcelona en 2007. Eso sí, tuvo tiempo para ganar la Copa de Francia en 2010 con el PSG, una Copa en la que Giuly también estuvo superlativo. Se volvió a vestir de héroe tras fichar por el Mónaco en 2011, cuando éste deambulaba en Ligue 2 y estaba cerca de desaparecer. Después, en Lorient, Giuly dio sus últimos coletazos en el Lorient y tuvo tiempo para firmar una retirada digna de mito tras disputar su último partido de Ligue 1 ante el PSG. Quería retirarse en el club que le dio la fama, el MDA Chasselay, con el que en la Coupe de France ha vuelto a demostrar que los viejos rockeros nunca mueren. Con un gol suyo instauró al modesto club de Rodano en los dieciseisavos de final de la Coupe de France por primera vez en su historia, y eso que en la Ligue 1 están en descenso.
Lo que no podía imaginarme es que hoy, los reyes magos me iban a traer un regalo en la Copa de Francia que tanto ama Giuly. Su modesto club se enfrentará al AS Mónaco, ¡Al Mónaco con un equipo de cuarta división! No me puedo imaginar la motivación de Giuly, que a sus 37 años puede tomarse el partido como uno de los más importantes de su carrera.La motivación para él puede ser incluso mayor de la que pudiera tener en su día antes de jugar ese Mónaco-Real Madrid de cuartos de final de Champions en 2004, aunque esta vez sea un simple partido sin importancia para el público en general. Giuly intentará continuar haciendo historia en la que posiblemente sea su último partido en la Coupe de France. La historia espera a Giuly por enésima vez. Y será en el estadio que lleva su propio nombre…