Si hay un futbolista que despierta la ilusión y el optimismo en Francia y en las zonas colindantes al Río Manzanares ése es Antoine Griezmann. Un flacucho e imberbe joven adicto a la moda, al baloncesto, y a los videojuegos, los gustos propios de la edad, con la diferencia de que se desenvuelve sobre el verde de los terrenos de juego con la misma grandeza que emana la France; país pionero en el arte y la cultura que tal vez tenga que incluir dentro de poco a Griezmann en su patrimonio nacional, de momento al atacante no se le vislumbra techo, que no es poco.

De carácter rebelde y luchador, el nacido en Mâcon y seguidor del Olympique de Lyon fue rechazado por éstos al ser demasiado bajito el día que se presentó a las pruebas de entrada a la academia, diez años después se elevó por los cielos de Gerland para anotar uno de los goles recientes que más daño han provocado en la hinchada de les Lions. A partir de ahí fue creciendo y creciendo hasta dar con Diego Pablo Simeone, el contacto con el argentino más el trabajo aportado le han catapultado al lugar que ocupa hoy en día, la cabeza visible de uno de los grandes equipos europeos y de la selección bleu.

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Probablemente ni los que le rechazaron cuando apenas levantaba un palmo del suelo ni el ojeador de la Real que le fichó con 13 años, servilleta mediante, como a Zidane, ¿casualidad?,  imaginaron el rendimiento que iba a dar tiempo después el francés.  Hoy no hay conferencia de prensa en la que no le pregunten al Cholo o a Deschamps sobre el futuro de Antoine, ellos, expertos y curtidos ya en mil batallas se muestran lo más cautos que pueden, pero lo tienen cada vez más complicado, y el propio futbolista tampoco pone demasiadas facilidades, 18 goles en 27 partidos y jugadas de muchos quilates no hacen otra cosa que colocarle en boca de todos los expertos y aficionados al fútbol.

La cuestión que ahora sobrevuela nuestra mente es, ¿hasta dónde llegará Griezmann? Él se muestra claro, trabaja día a día y partido a partido para codearse con los más grandes, Messi y Cristiano empiezan a ver desde la lejanía unas briznas de pelo rubio en forma de cresta. El futuro de Grizzi, como le llaman gran parte de sus compañeros, está todavía por escribir, pero tiene muy buena pinta, hay fútbol, ilusión y ganas sobre la mesa, cuanto mejor le vaya a él más disfrutaremos nosotros, sí, aún más, porque es posible, porque Antoine Griezmann no tiene techo. No en vano, ahora mismo no hay en la liga española tres jugadores con balón y sin balón mejores que él.