Los chinos le quisieron descentrar cuando en la televisión apareció el nombre de ‘Iburahimovic’ en las pantallas. A él le daba igual. Le daba igual llamarse Iburahimovic, Gandhi o Ibrahimovic. Él sabía que iba a ser decisivo en la final, como lo ha sido durante toda su carrera en los partidos importantes. El PSG se proclamó campeón del Trophée Des Champions por segunda vez consecutiva. Fue la cuarta Supercopa de su historia, colocándose a tres títulos del todopoderoso Lyon de las siete ligas. Esta vez, el Guingamp no tuvo armas ni opciones para contrarrestar un vendaval que a medio gas, y con bastantes suplentes, ganó con solvencia.

Comienza la temporada oficialmente para el PSG. Minuto 8. Recibe Ibrahimovic, se la da a Verratti, este otra vez a Ibra, que controla parado, se la cede a  Pastore, que tira una pared con el sueco. Ibra, en la frontal del área y con dos defensas delante, amaga, vuelve a amagar y deja petrificado a Sorbon, que ya cuando quiere rechazar el disparo de Ibrahimovic la pelota está en la escuadra de la portería de Samassa. Golazo con tan sólo ocho minutos de juego. Un PSG lleno de jugadores poco habituales y que todavía espera a Di María en su equipo. Blanc no quiso variar su sistema pero sí que confío en Ongenda y Bahebeck antes que Lavezzi y Cavani, mucho menos rodados que ambos canteranos. Con la pelota de por medio, Ibrahimovic volvió a jugar de ’10’ mientras que Ongenda y Bahebeck buscaban romper a la espalda de las defensas rivales, ya fuera por una genialidad del sueco, o por un pase de Pastore o Verratti entre líneas, algo que se vio mucho en el encuentro. Minutos después, lesión de Cardy para la entrada de Alioui. Giresse tenía que colocarse como medio centro -No sabe como colocarse ahí- y Alioui en la banda izquierda. Seguía vivo el 4-4-2 del Guingamp.

El partido prácticamente dijo adiós cuando Lars Jacobsen, debutante con el Guingamp a sus 34 años en una cita idónea para él, empujó a Bahebeck en el área. La decisión sorprendió a más de uno. Jacobsen, con 64 internacionalidades con Dinamarca, no es muy propicio a hacer esa serie de acciones, y más cuando tienes delante a un futbolista que por arriba no destaca y al que le sacas diez años de experiencia. Ibrahimovic, como de costumbre, lanzó el penalti y lo marcó con la tranquilidad que siempre le caracteriza. Ni el innovador 4-4-2 de Gourvennec sobre el papel fue suficiente para contrarrestar al PSG. Ibrahimovic no entiende de sistemas ni de defensas posicionales. Siempre sabe como romper al rival y siempre le sale. Algún día nos cuestionaremos el por qué no ha sido Balón de oro.

El partido se colocó en una dinámica en la que el PSG dominaba, tocaba y tocaba mientras que el Guingamp esperaba en su campo. El soporífero calor en Pekín -33 grados- desgastaba mucho a los jugadores. El parón le vino bien al equipo bretón, que comenzó a combinar por la banda derecha de Digne, un peón franqueable durante toda la noche en China que seguramente vuelva al banquillo con Maxwell. Beauvue chocó con Marquinhos y el árbitro señaló penalti. Dudoso, porque estaba fuera del área y el contacto no era suficiente como para pitarlo. Como dice el refrán, penalti mal pitado, penalti fallado, y así fue. Sirigu blocó la pelota como si fuera la última de su vida, y Yatabaré no pudo ponerle emoción al partido. A raíz de dicha parada, el PSG siguió tocando hasta que llegó el pitido final. Sirigu volvía a ser decisivo, y no era una novedad ya.

La segunda mitad no sirvió tampoco de mucho, porque ambos equipos se conformaron con lo que tenían. Debutó Marveaux con el Guingamp y la propuesta de los bretones parecía ser un poco más ofensiva, pero ni por esas. Tímidas llegadas por las bandas y descalabro defensivo con Giresse en el centro. Menos mal que Mathis puso un poco de orden en medio de un desierto en forma de humedad en Pekín. Del PSG poco se puede decir. No exigió a Samassa y continuó teniendo el control del baló. Bahebeck volvió a dejar detalles de calidad y dio motivos para que el PSG pueda contar con él para la próxima temporada. Cavani entró y tuvo una ocasión clarísima y Chantôme también gozó de minutos. Todavía faltan los David Luiz, Thiago Silva, Lavezzi, Aurier, Matuidi… Pero lo que queda claro es que el PSG puede ganar la próxima liga sólo por su calidad. Un título merecido.