Nadie hace olvidar a Giroud

Cuando Giroud salió del Montpellier, todos presagiamos que al equipo de la Mosson le iba a cambiar mucho la vida. Similar a cuando pasas de tener unas botas de 190 euros a otras de 30 que se rompen al mínimo movimiento brusco con el esférico de cuero. Giroud ha sido, será y es una leyenda para un equipo que fue capaz de desafiar al multimillonario PSG una liga en la que el Montpellier, entrenado por aquel entonces por el pragmático Rene Girard, sólo se gastó un millón de euros en el fichaje de Bedimo.

Dos años después del título del Montpellier, y en el que Giroud está triunfando en el Arsenal, el equipo ha sufrido un bajón esperado. No ha sabido contrarrestar tampoco las ventas de Estrada, Belhanda o Yanga-Mbiwa y está peleando por no bajar antes que mirar a puestos europeos. Ni Jean Fernández ni Rolland Courbis han encontrado la clave para paliar y erradicar estos problemas que le están provocando un sufrimiento extra para el campeón de la Ligue 1 de 2012. Pero lo que verdaderamente ha pesado por encima de todas las cosas, ha sido Giroud. La baja de tu estandarte siempre es importante, pero para el Montpellier, su salida supuso un apocalipsis de un calibre atronador.

Tras la marcha al Arsenal de Olivier, el Montpellier buscó diferentes variantes en el mercado que fueran de un perfil similar al del francés. La prioridad elegida por el club fue la del argentino Emmanuel Herrera, un auténtico tanque con dotes físicas superaltivas que había triunfado en Unión Española, donde se había dado a la fama. El perfil era básicamente Giroudista, sólo que con un mayor porcentaje de apariciones lejos del área, que a priori, le daban al Montpellier más soluciones en su siempre dificultoso y sosegado ataque posicional. Herrera se infló a marcar goles en su primera pre-temporada en el fútbol francés. Además, el Montpellier fichó a uno de los máximos goleadores de la Ligue 2 y uno de los delanteros más prometedores de la nomenclatura gala. Hablamos de Gaëtan Charbonnier, otro futbolista con una envergadura potente y autoritaria y con una excelente calidad técnica.

Partiendo de los dos fichajes, el Montpellier sobre todo buscó futbolistas que supieran otorgar mayor profundidad y disparidad a un equipo que había sobrevivido de los goles y los centros hacia Giroud. Como el Montpellier estaba acostumbrado a servirle siempre centros y balones al actual jugador del Arsenal, el cambio de estilo no benefició a ningún delantero. Los balones hacia ellos eran cada vez menores y el grado de participación como tal, en el ataque posicional era nulo, algo donde tanto Charbonnier y Herrera se presuponían aristócratas. El Montpellier sufrió una importante falta de gol y no supo encontrar su esquema idóneo. Girard eso sí, manifestó meses después que la culpa de que el esquema no hubiera cuajado estaba en la delantera. Charbonnier por una parte, era un jugador que tiende a ir a la zona de influencia de los medios y en dicha temporada apenas apareció allí. Por otra, Herrera era un jugador al que le gustaba pegarse a los centrales y buscar segundas jugadas y según Girard, nunca se convirtió en un delantero con mala leche.

Un Montpellier tan castigado en ataque vio como un año después, Girard ponía rumbo al Lille. A la emigración se le unían Yanga-Mbiwa meses atrás y Estrada, Bedimo y Utaka, futbolistas decisivos en el título del Montpellier. La baja de Estrada y Belhanda provocaron que cuando Jean Fernández aterrizara en el sur de Francia, se viera sumergido en un proyecto con pocas vías de escape. El Montpellier cedió a Charbonnier al Reims y por su parte se reforzó con Djamel Bakar, amigo de Jean Fernández y un futbolista no tan perfil 9 puro, pero con un grado de velocidad al espacio que sí cambiaba por completo otra vez, el estilo del Montpellier. De pasar a jugar con balón a replegarse para acentuar la salida a la contra, fue una de las premisas del equipo de Jean Fernández, que también se reforzaría después con Víctor Montaño, un viejo conocido en el equipo, tras haber sido considerado uno de los mejores delanteros del club en el siglo. Decisivo en el ascenso y en la primera temporada del retorno del Montpellier en la que acaba quinto en Ligue 1, Montaño también potenciaba dicho matiz.

Pero el síndrome Giroud volvió a estar presente en un Montpellier que sin su buque insignia está perdiendo su sello de identidad. Bakar ha estado la mayor parte de la temporada entre algodones, Montaño más de lo mismo y Herrera estaba más pendiente de que finalizase la temporada para irse del club que de otra cosa. La noticia positiva llegó cuando Jean dejó el cargo y llegó su sucesor, el veterano Courbis, uno de los técnicos que más han cambiado el fútbol francés en la última década. Courbis consiguió fichar a Niang y cambió la táctica de Jean Fernández. Ahora sí, el equipo jugaba para Niang como lo hiciera en su día para Giroud, y el cambio, se notó a raudales.

Niang marcó goles decisivos en la lucha por no bajar del Montpellier y se postuló como una promesa emergente, como ya hiciera años atrás con Hamouma en el Caen. Su velocidad y su calidad mataban dos pájaros de un tiro: podía aguantar el balón esperando la llegada en segunda línea y además, al espacio entiende como nadie la lectura de juego. Quizás su cabeza sea un poco díscola, pero sin haber rendido a su máximo potencial, Niang ha sido el único delantero que ha provocado que en las calles de Montpellier, sus aficionados hayan dejado de hablar cada minuto de Giroud, para hacerlo cada hora. Para hacerse una idea, Niang ha sido el máximo goleador del equipo y eso que ha estado lesionado bastante tiempo en la segunda vuelta. Se acaba su cesión y el Montpellier llora su marcha. No seguirá en el equipo ni habrá opción de compra para que siga deleitando con sus goles.

Montpellier vuelve a disputar una temporada más entre algodones. Sin una referencia que pueda hacer frente al virus Giroud y sin un estilo al que aferrarse. Courbis deberá buscar el enésimo milagro.