Rafa Romero, pionero del fútbol sala en Francia

Como si hubiese seguido los pasos de Pablo Picasso, el entrenador andaluz Rafael Romero, ha dejado su amada tierra natal para embarcarse en una arriesgada aventura en Francia. A sus 33 años, este granadino lleva el fútbol sala por castigo, y lo que es más importante, lo intenta enseñar en todos los rincones del mundo por los que pasa.

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Rafael Romero (33) ha dirigido también en las categorías inferiores del fútbol sala español y en Italia, antes de llegar a Francia.

A día de hoy, Rafa se encuentra en Echirolles, una pequeña localidad situada en Grenoble, cerca de los Alpes. Y aunque suene extraño para muchos, dirige un equipo de la D1 (Primera División Francesa), el Picasso Echirrolles.
La mentalidad con la que Rafa se marchó a Francia, ya hace un par de años, era totalmente educacional. Necesitaba hacer llegar sus conocimientos de este deporte a un país, que a pesar de ser vecino, es novato en lo que se refiere al fútbol sala. “En Francia, vamos progresando poco a poco. Una de las ventajas es que los españoles tenemos la mejor formación del mundo en este deporte, y obviamente estamos aumentando el nivel de la competición. Sin embargo, falta actitud. Están acostumbrados a que este deporte sea subvencionado por la Federación francesa de fútbol. Los desplazamientos, los árbitros y ciertos contratos de jugadores menores de 23 años, los paga la federación. Lo que no saben, y ésa en parte es mi labor, es que si se movieran un poco más, todo esto se desarrollaría enormemente. Hay que ponerse a trabajar”, comenta Rafa.

El futbol sala en Francia es un deporte semiprofesional, es decir, no todos los jugadores llegan a cobrar un salario. En este caso, los equipos punteros son los que tienen más facilidad para poder desembolsar grandes cantidades para pagar los contratos de sus miembros. Como es el caso del Sporting de París, gran dominador galo de este deporte. No obstante, a pesar de haber disfrutado del éxito en equipos con mayores aspiraciones, Rafa Romero abandonó el Kremlin Bicetre United de París en febrero del año pasado. El equipo acabó tercero en la tabla y campeón de la Copa de Francia.

Tras marcharse de uno de los grandes equipos del futsal francés, Romero no pensó ni dos veces el volver a probar suerte en este fútbol. Quería seguir enseñando todo su conocimiento y dedicación en Francia, además en un equipo con un proyecto muy interesante para él. El FC Picasso-Echirolles es un conjunto recién ascendido que tiene por norma formar a sus jugadores, antes de gastar dinero en fichajes. Por ello, la política de Rafa estuvo acorde con lo que exigían, y apostaron fuertemente por el técnico: “Decidí venir aquí porque el trabajo de la cantera me gusta mucho. Quiero hacer un proyecto social y global, en el que se invierta en patrocinadores y que si yo me fuese en el día de mañana, todo siguiera funcionando. Por supuesto, mi objetivo número uno es conseguir la salvación del equipo. Cuando eso ocurra, nos sentaremos a hablar de mi contrato, porque mi idea es continuar desarrollando el fútbol sala en esta localidad”.

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Rafa Romero dando órdenes a sus pupilos.

Rafa forma parte de un staff técnico de tres personas en las que se reparten los ámbitos del trabajo. El granadino lleva la parte táctica, la formación y hace las correcciones e indicaciones en los encuentros. A su lado, Mustapha, un joven técnico que lleva toda la vida en el club y que sabe motivar y alentar a los suyos. Por último, se encuentra el preparador físico que forma a los jugadores desde la parte táctica, como a Rafa le gusta.

En el barrio de Picasso, Rafa es conocido por prácticamente todos sus vecinos. El buen trabajo en la cantera posibilita que la mayor parte de los habitantes de Echirolles tengan alguna relación con el club. Cada familia del barrio tiene un miembro en el equipo, y viven por y para él. Todo ello, hace que se convierta en un verdadero lujo ir a jugar cada fin de semana a fútbol sala. “Cada sábado llenamos el estadio. 800 espectadores vienen a animarnos y gratuitamente. Sin embargo, hay que decir que en otros pabellones de mayor transcendencia las entradas pueden oscilar entre 3 y 5 euros, y en algunos casos, cuando la ocasión lo requiere son 10 euros. En mi anterior equipo, el KB United, teníamos unos ultras que muchos de ellos formaban parte de la afición del PSG”, aclara Rafa.

La liga francesa de fútbol sala es la l extranjera donde más españoles hay. Entre primera y segunda división hay más de 50 jugadores de nuestro país. Obviamente, la estabilidad económica que existe en Francia supone un aliciente más para que los nuestros abandonen España en busca de nuevos retos. Sin embargo, la calidad de la liga española es infinitamente mayor, dato que envidia a Rafa, pero que según explica, cualquier jugador de la LNFS estaría interesado en recalar en el Sporting París, debido a su gran poder económico. Quizás, a excepción del Inter Movistar, Barcelona o Pozo Murcia. No obstante, todo tiene un pero. “En equipos grandes no te suelen hacer contrato. Por ejemplo, como el Sporting de París sabe que va a ganar la liga con facilidad, únicamente contrata a varios extranjeros de renombre para disputar las competiciones europeas. Una vez que les eliminan, estos jugadores son liberados por el equipo. En este caso, creo que se adultera la competición. Por suerte, en España trabajamos en ese aspecto con garantías”, informa el técnico.

Una equivocación que la mayor parte de la gente tiene, es la comparación entre el fútbol y el fútbol sala. “Son deportes totalmente distintos. El futsal se parece más al baloncesto que al fútbol. En Francia sin embargo, no hay tanta diferencia entre los dos deportes. Todavía les cuesta entender los movimientos tácticos y solemos ser pocos entrenadores los que comprendamos el juego”, comenta Romero. Un deporte que ha ayudado a las etnias de los barrios conflictivos de Francia a abrirse hueco en la sociedad. “En el fútbol sala francés, un 75% de los miembros que lo forman son musulmanes. Es un deporte, que se practicaba en la calle donde los muchachos de los suburbios tenían la oportunidad de demostrar su calidad. De hecho, bastantes jugadores que ahora son profesionales en el fútbol, han salido del futsal. El salto del pequeño al grande es menor que si fuera al revés”, indica el técnico.

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El pabellón lleno ante uno de los grandes equipos del campeonato, el Sporting de París.

Tanto es el tirón que puede tener Rafa allí, que él, junto a dos técnicos compatriotas, han creado la Asociación Nacional de Entrenadores de Fútbol Sala. Algo impensable en un deporte que inició su andadura en 2007, creando la primera liga en Francia. Además, ésta no es la única mejora. La televisión ha entrado con fuerza en el futsal y se espera que el próximo año se ofrezcan en directo encuentros de la máxima categoría. Sin embargo, como nos cuenta el entrenador, todavía quedan algunos resquicios que mejorar: “La pista del Clenay es de cemento. Su pabellón es una nave industrial de chapa, y juega en primera división…”.
En este caso, queda claro que Rafa ejemplifica la soledad del entrenador. Atrás quedó la vida social de Granada, las tapas y el cachondeo. Y ahora, desde un albergue de Grenoble donde anochece a las 17 de la tarde, echa de menos todo aquello. Lógico y normal. Sin embargo, la ventaja de nuestro amigo es su gran convicción por viajar, por descubrir mundo, por aprender idiomas y sobre todo, por vivir de su pasión, el fútbol sala.

Qatar, Venezuela o Rusia, son lugares donde Pablo Picasso no ha llegado, pero sí sus grandes obras. Francia fue lugar de retiro del pintor andaluz, pero en este caso, el país galo es el comienzo para un gran entrenador.