26 de Mayo de 1993, un día histórico para el OM

Esta fecha es sagrada para todos y cada uno de los aficionados del Marsella que incluso siguen apoyándose en ese gran día para explicarle al mundo exterior lo que es ser un hincha del “mejor palmarés del fútbol francés”, y es que ese cabezazo de Basile Boli en el minuto 43 liberó a todo un pueblo e incluso todo un país. Esa fecha marcada en rojo en todos los corazones Phocéens sigue dominando el fútbol del hexagone hoy día, esperando ver si algún club de Ligue 1 es capaz de repetir tal hazaña. Hoy en Fútbol desde Francia hemos decidido haceros revivir ese gran día en el año en el que el OM se elevó a la cima de Europa.
El Stade de Reims lo intentó y falló 2 veces, el Saint-Étienne estuvo muy cerca pero los palos de las porterías de Glasgow rompieron su sueño, el OM de Bernard Tapie lo hizo. El Olympique de Marsella mostraba grandes cosas en Ligue 1 pero tenía que luchar contra Nantes, Paris Saint-Germain y Mónaco por el liderato en cada jornada, pero en los tramos finales de la Ligue 1 dominaba el campeonato el equipo de Raymond la science, como llamaban al genio belga del banquillo del OM. En la Liga de Campeones no le iba nada mal tampoco jugando 10 partidos europeos para llegar a la final y encajando sólo 4 goles por 24 a favor. El OM era un buldócer lanzado a por un objetivo que parecía casi imposible frente al gran Milan de Fabio Capello. Los Rossoneri también mandaban en su liga por delante del gran rival, el Inter, y su paso por Europa también se parecía más a un paseo que a una lucha, 10 partidos jugados, 23 goles a favor y 1 en contra solamente. Van Basten y compañía llegaban a la final de Munich como claros favoritos al título.
El Marsella aprendió de Bari
Esa noche todo el pueblo marsellés tenía la mirada puesta en el televisor o los oídos pegados a la radio, nadie podía perderse este gran día, daba igual el desenlace. Los que tuvieron la suerte de poder viajar a Munich con su entrada al Olimpiastadion empezarían el viaje con una sonrisa de oreja a oreja y una cantimplora llena de Pastis como todo buen habitante de Marsella. La ciudad alemana se tiñó de azul y blanco e iban llegando más y más hinchas del OM por tierra y aire. El optimismo reinaba en ellos pese a no ser favoritos: «Estos italianos no nos han ganado nunca, siempre los hemos vencido». En momentos como esos todo apoyo moral es bueno. El club no quería repetir los errores de la final perdida en Bari que sigue atormentando a Basilou (Boli) y decidió quedarse en un hotel más abierto sin la necesidad de encerrarse entre cuatro paredes. Las horas anteriores al partido fueron muy tranquilas, salían a comer, había muchas bromas entre los jugadores y el staff técnico, como si fuese un partido más, el ambiente estaba tan tranquilo que Tapie llamó a Chris Waddle que jugaba en aquel entonces en el Sheffield Wednesday para que pase el día e incluso entrene con sus antiguos compañeros. Tapie no paraba de preguntarle a Magic Waddle si pensaba que podrían ganar, el presi del OM estaba preocupado y el inglés tenía que convencerlo de que el Milan no podía con el OM, era algo místico.
De la relajación a la tensión máxima
Ya en el autobús en dirección al estadio la cosa estaba más tensa, se notaban los nervios pero no para todos, ya que Fabien Barthez estaba tranquilamente durmiendo y además se daría cuenta más tarde que se había dejado los guantes en el campo de entrenamiento, así preparó su partido el portero. En el vestuario, casi todos los jugadores presentes aquel día aseguran que confiaban en vencer al gran Milan. Bernard Tapie se vistió de entrenador unos minutos como siempre para animar a los suyos: «Tenéis enfrente al mejor equipo posible, Francia entera es vuestra hoy, tenemos que terminar esto bien». En el túnel que llevaba al campo empezó el encuentro, los jugadores franceses decidieron mostrarles a los milanistas que no iba a ser nada fácil para ellos y ahí empezaron los juegos de intimidación. A este juego era complicado ganar al club francés que contaba con jugadores como Boli, Di Méco o Desailly. En un Olimpiastadion mitad rojo y mitad azul y blanco arrancó el partido con el Milan dominando como estaba previsto, el Barthez que no durmió la noche anterior y decidió echarse la siesta a menos de 3 horas de empezar el partido hacía milagros frente a Franck Rijkaard y Massaro para dejar vivos a los Phocéens en los primeros minutos. El OM que ya eliminó al Milan 2 años antes aguantaba las primeras tarascadas para seguir vivo y esperar para aprovechar sus pocas oportunidades, y eso ocurrió…
Un gol que pudo no ser
Ese 26 de mayo la Bonne Mère que domina Marsella viajó también con el club a Munich y ayudó con su magia al OM. En el minuto 43 llegaba ese córner, pero hay que saber que dos minutos antes Basile Boli, el que iba a ser el héroe, pidió a su entrenador salir por unos fuertes dolores en el muslo izquierdo después de un golpe con Paolo Maldini. El Central no podía más y Goethals estuvo a punto de sacarlo del partido pero Tapie cogió su walkie talkie y se lo prohibió al Belga, el presidente sabía que sin él todo estaba perdido. Poco después Abedi Pelé, lateral ese día para molestar a Maldini, arrancaba por la derecha e iba a ganar un córner, un saque de esquina que nunca debió ser ya que el jugador del OM era el último en tocar el balón. Una vez más la Bonne Mère echó una mano al club cegando al asistente del Suizo Kurt Röthlisberger árbitro del encuentro. Lo que viene después es pura adrenalina, la pone Pelé y remata Basile Boli a las redes de Sebastiano Rossi. Pelé avisó a su amigo que hoy no podría pegarla al segunda palo porque los del Milan eran muy altos y era inútil asique le pidió ir al primer palo, todo salió redondo, un gol justo antes del descanso en una final es una gran ventaja psicológica incluso frente al Milan de Capello. En el vestuario todos los jugadores quedan concentrados y confiados de que se podía lograr la hazaña ese día.
En la segunda mitad lo importante era aguantar, este Milan iba a ir con todo para empatar y Capello metió rápidamente a Papin al campo. El ex jugador marsellés no era bienvenido en ese momento en la cancha pese a tener muchos amigos de blanco, un rifirrafe con Barthez le cuesta la rabia de Boli para recordarle que esta noche no había amistades. Baresi pagaría su rabia con Boksic, lo que encendió la mecha para Boli, que devolvería el golpe a Van Basten parando en seco la carrera de uno de los mejores que ha visto el fútbol. Este momento aún atormenta el sueño del central francés muy arrepentido. En el momento no había tiempo para pensar, sólo se debía aguantar y así se hizo, con el pitido final los blanquiazules se volvieron locos: llantos, gritos, sonrisas hubo de todo en el césped mágico de Munich. El Marsella era campeón de Europa, primer club del país en conseguirlo todavía hasta hoy. Didier Deschamps levantó la copa delante de 25.000 hinchas del OM que aún no podían creerse lo que había ocurrido y un Basile Boli que fue a verles para mostrarles que hoy no lloraría (el central lloró en la final de Bari).
El día 26 de mayo de 1993, el Marsella añade su primera y única estrella en su camiseta. En la ciudad la explosión es enorme, las calles se llenan y las bengalas colorean el cielo negro de la noche marsellesa, por fin se acabó el sufrimiento y podía empezar la fiesta. Los jugadores también festejaron incluso con Jocelyn Angloma que se fracturó la tibia y el peroné en el partido, una noche que fue muy larga para todos pero con final feliz.
Este año 1993 iba a mostrar el camino en el deporte francés, no sólo con esta victoria del OM que lanzaría una gran generación del fútbol francés 5 años más tarde, sino también la de Limoges campeón de Europa de baloncesto o la del OM-Vitrolles también en la cima Europea de balonmano venciendo al KC Veszprém en la final. Este 1993 también iba a ser el empiece de la caída de Bernard Tapie y del OM por el caso Valenciennes pero como decimos en Francia, c’est une autre histoire…
Por: Nicolás Faure (@Nicomentarista).