Amaneció la mañana del martes 8 de Abril de 2014 como un día aparente normal para Laurent Blanc. El técnico francés esperaba a un Chelsea ofensivo, además de presionador más allá de la línea divisoria. La prensa francesa le había catalogado como uno de los mejores entrenadores del mundo, infravalorado por su patria tras la Euro de 2012 y por parte de la crítica afición del PSG al que podía meter en semifinales de la Champions por segunda vez en la historia.

Es probable que a Blanc lo hayan pintado mucho mejor de lo que es en la eliminatoria. En la ida, más allá del 3-1, el resultado fue engañoso. No tuvo al Chelsea ni mucho menos contra las cuerdas y el 2-1 llega cuando peor lo estaba pasando el equipo de Mourinho. Días después de la victoria, la prensa volvió a poner a Blanc por las nubes. Que si había dado un baño a Mourinho, que si el PSG tenía más de pie y medio en semifinales, que si iba a ganar en Londres con suma facilidad…

La memoria es una de las principales armas del ser humano. Puede ser utilizada en beneficio de algo o por contra, para atacar a alguien. A Blanc, antes del partido de los cuartos de final de la  Eurocopa de 2012, también lo volvieron a poner por las nubes. Francia había sido humillada por Suecia antes de jugar ante España, y había empatado ante Inglaterra, sólo consiguiendo la victoria ante la débil Ucrania. Los franceses encontraron un clima de paz con Blanc que no habían podido degustar con Domènech dos años atrás. Pero seamos realistas. Blanc tuvo muchos problemas en el vestuario que días después de la derrota ante España salieron a la luz. Francia y su prensa vivió en una burbuja especulativa que no se respondía con la realidad.

Tras caer por 2-0 ante el Chelsea, el planteamiento defensivo de Blanc vuelve a delatarle como un entrenador que en los encuentros claves de la temporada, no juega en función de su equipo, sino que busca defenderse en función del rival. Algo que ya le pasó en Burdeos, en los cuartos de la Champions de 2010 ante el Lyon, que le pasó ante España en la Eurocopa de 2012 ante España y que le vuelve a pasar por tercera vez, en los cuartos de final de la máxima competición continental.

Revèillere-Debuchy para frenar a Jordi Alba-Iniesta.

Era uno de esos días en los que Blanc podía pasar a la historia y coronarse como un entrenador de primer nivel. Francia, pese a que no estaba disputando un gran torneo, se había clasificado para los cuartos de la Eurocopa, un objetivo fundamental para la federación. Blanc había declarado en la previa al encuentro que España era un rival temible por su banda izquierda, donde juntaba a Iniesta y Jordi Alba, además de permutas de los delanteros.

Para frenarlos, el ex del Girondins no fue fiel a su estilo y colocó a dos laterales en la banda derecha. Debuchy actuó de extremo mientras que Revèillere, sin disputar ningún minuto hasta esta cita, se colocó de lateral derecho puro. Para colmo, y ante la superioridad española, Francia encajó su primer gol tras un centro de Jordi  Alba desde la izquierda. Blanc estaba tan preocupado de frenar esta banda que se olvidó de los medio centros de España, en los que Xabi Alonso, aprovechó esta ‘ayuda’ de  Francia y acabó marcando el centro de Jordi Alba.

Blanc salió muy tocado de aquella cita, y su planteamiento se llevó un sin fin de críticas tras caer eliminada. El técnico francés salió por la puerta de atrás de una selección que el mismo se había encargado de renovar, y un año después, se adentró en el multimillonario proyecto del PSG, donde le ha vuelto a ocurrir lo mismo.

Planteamiento defensivo aún teniendo atacantes de primer nivel.

Blanc tenía todo a favor para pasar a las semifinales de la Champions. La victoria por 3-1 en la ida ante el Chelsea, jugando a muy poco y sin tener un dominio claro del balón -la mayor prioridad del PSG de Blanc- le daban alas a la hora de afrontar el partido. Sin Ibrahimovic, el francés colocó a Blanc de 9 y a Moura y Lavezzi a sus costados. Esto hace indicar que  Blanc no sale a pasearse en  Londres ni a defender, sino que todo lo contrario. Con tales jugadores, el PSG tenía la obligación de marcar algún gol para dejar encarrilada la eliminatoria.

El guión de París se volvió a repetir. La presión del Chelsea no es que fuera muy exigente tampoco, pero el PSG no quería la pelota. Se escondía, y cuando tenía chance de combinar, no había movimiento ni permuta para generarlo. Mou no se esperaba a un PSG tan rezagado, y a pesar de la lesión de Hazard, le puso mucha más intensidad y agobió a un PSG irreconocible durante todo el encuentro.

Aún teniendo un día negro y sin oportunidades, el PSG pudo sentenciar la eliminatoria cuando iba perdiendo 1-0. Un balón largo colocó a Cavani sólo frente a Cech. En carrera, el uruguayo falló una ocasión de las que rentabilizan los 65 millones que pagaron los parisinos por él en su día. Cavani desaprovechó el empate a falta de 13 minutos y diez minutos después, el Chelsea marcó el 2-0 ante un PSG con nueve hombres en su propio aérea, acentuada con la entrada de Marquinhos en el 85, algo irreconocible esta temporada teniendo en cuenta el potencial ofensivo con el que goza Laurent Blanc semana tras semana.

Tras la derrota, es evidente que el técnico galo tenía que haber alineado a Cabaye, y haber jugado con una especie de rombo ancho en 4-4-2, defendiendo al Chelsea en su campo y sin dejarle espacio entre líneas. Moura tiene muchas dificultades para ayudar en transición defensiva, al igual que Lavezzi, que tampoco trabaja mucho. Blanc planteó un partido para jugar a defender con jugadores muy ofensivos. La falta de ambición y ganas vuelven a condenarlo. Es un gran técnico, pero no para estar considerado como uno de los mejores del mundo. A la hora de la verdad ha fallado.

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