5 de mayo, el Aniversario del Drama de Furiani

22 de abril de 1992, el Sporting Club de Bastia recibía en cuartos de final de la Copa de Francia al  AS Nancy en su estadio, el Armand Césari de Furiani. La gran expectación que había suscitado el partido hizo que los dirigentes del SC Bastia tomasen medidas para ampliar la capacidad del estadio. Para ello, se colocó una tribuna metálica sobre la antigua tribuna del oeste, aumentando el aforo en 2.500 espectadores. En total 8.737 aficionados pudieron contemplar el pase de su equipo a las semifinales de la Copa de Francia tras derrotar al conjunto de Lorraine en los penaltis.

Al día siguiente, tendría lugar el sorteo para dilucidar los emparejamientos: Cannes-Monaco y Bastia-Olympique de Marsella. Como dijo el mítico Thierry Rolland en directo: “El 5 de mayo Furiani iba a explotar”. 

(Foto: forzabastia.com)
(Foto: forzabastia.com)

El OM era el equipo más en forma del momento. Fue campeón de Francia en 1991 y subcampeón de la Copa de Europa tras caer ante el Estrella Roja ese mismo año,  y en este 1992 también volvería a conseguir el título de la Ligue1. Era una de las plantillas más temidas en todo el continente: Deschamps, Boli, Mozer, Pelé, Papin, Waddle…

Sin embargo, el Bastia únicamente tenía que conformarse con la Copa de Francia en 1981 y esa final de Copa de la UEFA en el 78’. Tras ocho temporadas consecutivas en la primera categoría del fútbol francés bajaron en 1986 a Ligue2.  Y allí, permanecerían varias temporadas flirteando varios años con el ascenso hasta que en 1995 lo lograron.  Por lo tanto, para los aficionados “turchini”, era el partido más importante tras  11 años de espera, además de tener hambre de revancha por la Copa de Francia de 1972.  Ya sin los Rep, Milla y compañía, el equipo se había nutrido de numerosos jugadores corsos: Di Fraya, Mangione o el portero Valencony, quienes se convirtieron en los nuevos héroes del conjunto de Córcega.

Los dirigentes del Bastia lo tenían claro, se debía aumentar aún más el aforo para la semifinal. El presidente, Jean-François Filippi, lo asumía desde el partido contra el Nancy: “Si pasamos hay que tirar la tribuna norte para satisfacer a todo el mundo”. Su objetivo era derribar la tribuna Claude Papi, hecha de hormigón, que llevaba en pie desde 1948 y tenía una capacidad de apenas 750 espectadores, y sustituirla por armaduras metálicas ya utilizadas contra el Nancy pero de mayor tamaño, para alcanzar así, un aforo total de 18.000 espectadores.

El 24 de abril, la directiva contacta con la empresa del anterior presidente, François Vendasi, para proceder a la demolición, la cual se desarrollaría con mucha discreción en torno las 4:30 de la mañana. Al llegar los jugadores al campo para entrenar, el asombro fue máximo, la tribuna Claude Papi ya no existía. A puntualizar, que ningún permiso de demolición había sido registrado en el ayuntamiento de Furiani.

Quedaban diez días para construir una nueva tribuna, un tiempo récord. Dos empresas habían sido encargadas para la obra, sin embargo, una de ellas se retiraba, alegando la inviabilidad del proyecto. Por lo tanto, la empresa de Niza Sud Tribune tendría que realizar todo el encargo  por un total de 1 millón de Francos (más de 150.000 euros). Se iba a construir una grada de 9.300 espectadores.

Tres días más tarde, el ingeniero responsable, Jean-Marie Boimond, los dirigentes de la Ligue Corse de Football y los dirigentes del Sporting Club Bastia se reunieron para planificar las obras  con el objetivo de comenzarlas al día siguiente. Sin embargo, una huelga de transportistas en el puerto de Marsella interrumpía la obra. Hacía falta material.

El Bastia pediría el retraso del partido a la FFF para que se pudiese construir la grada con los materiales en condiciones óptimas. Obviamente, la federación rechazaba esta propuesta por razones del calendario. Tras esta negativa, Sud Tribune decide continuar sus obras informando que disponía de todas las piezas necesarias en la isla para terminar los trabajos. Es decir, se conformaba con lo que tenía.

Dos días después, la Comisión de Seguridad llegaba a Furiani para comprobar la viabilidad de la obra. No conformes con la opinión de esta comisión, quien no lo veía nada claro, la Ligue Corse de Football enviaba un informe a la FFF dando validez al proyecto.

Tras el supuesto aprobado de la comisión de seguridad, las entradas serían puestas a la venta. El precio se aumentaría un 75% respecto a los cuartos de final contra el Nancy. Los aficionados no lo entendían. No obstante, Filippi aclaraba la situación: “Pedimos a los aficionados que comprendan que el aumento del precio de las entradas es consecuencia directa del aumento de la capacidad del estadio y de las disposiciones especiales que debemos tomar en materia de seguridad”.

A pesar de ciertos comentarios negativos, en los que se revelaban indudables anomalías, como la no instalación del alumbrado de seguridad o la no existencia de salidas de emergencia, la obra seguiría su curso. Únicamente quedaba rezar el día del partido.

Y ese día llegó.  A las cuatro de la tarde,  las puertas del estadio se abrían mientras la comisión de seguridad se reuniría de urgencia una última vez. Toda Córcega se había desplazado para el encuentro. Gente feliz, cantaba, festejaba, animaba a los suyos, subían y bajaban el Boulevard Paoli tocando los cláxones de sus coches. Parece que el duelo de aficiones lo tenían ganado.

A las ocho, los jugadores saltaban al terreno de juego a realizar ejercicios de calentamiento. El público de Furiani explotaba ante los suyos. Mientras tanto en la tribuna, los técnicos ultimaban los detalles, faltaban por apretar algunos tornillos. Los aficionados empezaban a cerciorarse de que eso se podía venir abajo. Tras otra explosión de júbilo del público, cuando los jugadores se retiraban a los vestuarios,  la grada aumentaría su inestabilidad. Muchos aficionados tenían que agarrarse a las barandillas, mientras por megafonía se pedía un poco de tranquilidad.

A las 20:20, la parte alta de la tribuna se zarandeaba y caería sobre sus propios cimientos, con más de 2.000 personas y numerosos periodistas que estaban allí instalados.

El drama, el horror y la estupefacción se habían instalado en Furiani. Las imágenes se podían ver en la televisión  y muchos no daban crédito a lo ocurrido. Se oían gritos y chillidos de gente atrapada entre los montones de escombros de aquella maldita grada.

Furiani

La gente se empezó a organizar, incluso los propios jugadores regresaron de los vestuarios al césped para ayudar a los heridos. Furiani se había convertido en un hospital de campaña. Aterrizaban los helicópteros en el centro del campo, aquello parecía la guerra y un ejemplo de solidaridad como jamás se había podido pensar. Los hospitales de Córcega estaban saturados, el aeropuerto de Poretta recibía a numerosos heridos con el fin de trasladarlos hacia Marsella y Niza. A las 12 de la noche ya había un balance de ocho muertos y centenares de heridos.

Al día siguiente, toda Francia se preguntaba cómo se dejo jugar este partido y por qué no se tomaron todas las medidas de seguridad pertinentes. Numerosas muestras de indignación surgían en el ambiente. La investigación para esclarecer los hechos se abriría el 8 de mayo.

Días más tarde el Olympique de Marsella propuso jugar las semifinales en campo neutro. La FFF rechazó la proposición y decidió anular la 75ª edición de la Copa de Francia. No tuvo vencedor. Pero sí vencidos: 18 muertos y 2357 heridos.

Todavía hoy se sigue pidiendo justicia por los fallecidos y heridos de Furiani. En el juicio, se imputaron a 18 personas por homicidio imprudente, de los cuales la mayor pena fue para el ingeniero, Jean-Marie Boimond, con dos años de cárcel. El presidente Jean-François Filippi sería asesinado dos días antes del comienzo del juicio.

El dinero y la grandeza que deseaban algunos terminaron por arruinar la vida de las personas que de verdad amaban este bonito deporte. Fallecidos, parapléjicos, secuelas imborrables en la mente de los aficionados. Desde aquí, seguimos pidiendo que se haga justicia con los culpables.