Sueñan con volver a soñar

Cuando hablas del departamento Bretón en Francia normalmente -Y casi siempre- sueles referirte a Rennes, siempre a Rennes. Quizás porque Rennes tuvo un esplendor autoritario a finales del siglo pasado o porque su equipo, el Stade Rennais se ha mantenido en lo más alto de la nomenclatura del fútbol francés. El derbi Bretón por excelencia fue siempre ha sido el Lorient-Rennes, y municipios como Laval, Guingamp, Callac o el propio Lorient han tenido que permanecer y buscar su historia desde el ostracismo que provocaba el Rennes en Bretaña con su presencia.

A 132 kilómetros de Rennes se encuentra Guingamp. Siempre hubo una rivalidad fría entre ambos equipos. Los hinchas del Rennes  acusaron de ‘plagiadores’ a los hinchas del Guingamp. La primera equipación del Rennes normalmente -Casi siempre- ha sido roja y con alguna raya negra característica de su región, se fundó en 1901 y 12 años después apareció el Guingamp. Un Guingamp idéntico al Rennes, con los mismos colores e incluso con un grito de guerra -Por aquel entonces, hablamos de principios de siglo- similar al del Rennes. Se desató una  rivalidad que estuvo cerca de llegar a las manos en varias ocasiones. La guerra pre-fútbol entre Guingamp y Rennes se inició durante la revolución campesina allá por el siglo XVIII, o, una insurrección con poco auge en Francia pero con una fuerza mayoritaria en Bretaña  denominada ‘revolución campesina‘. Se instauró en Francia a mediados del siglo 18  y trajo consigo el odio de los ciudadanos de Rennes, ciudadanos siempre capitalistas frente al ploretariado industrial de Guingamp, siempre caracterizado por el sudor de sus obreros y por tener unas formas de vida contrastadas con el capitalismo Rennais.

La rivalidad Rennes-Guingamp se equidistó durante varias décadas. Ningún aficionado del Rennes se dedicó a observar los resultados del Guingamp y viceversa. Fueron tiempos en los que el Rennes tenía la vista puesta en un Lorient que de la mano de Christian Gourcuff asombró al mundo a finales de los 80 con un fútbol vistoso y eficaz. Por aquel entonces el Guingamp era un equipo con numerosos problemas económicos e inexistente para el fútbol galo. Finalizó el siglo existiendo, cayendo en una final de Coupe de France injustamente en la tanda de penaltis ante el Niza y con numerosas deudas, hasta que en 2002 cambió radicalmente la situación.

Como en todo cuento de hadas, siempre hay un héroe, pero en Guingamp hubo dos. Dos morenitos procedentes de colonias africanas que llegaron a Francia para hacerse un hueco, y que acabaron saliendo como estrellas consagradas. Hablamos de Drogba y Malouda, dos jugadores autoritarios por su carácter y mortíferos con el balón, que coincidieron en la mejor temporada del club en la Ligue 1, finalizando séptimos -algo que dice mucho de la poca historia de este club- en la temporada 2002/2003. Hace no muy poco tiempo, el club realizó un homenaje a todos los componentes de aquella plantilla, precisamente antes de una final de la Coupe de France que sería histórica para el club y de la que ahora hablaremos. Un año antes, Guy Lacombe -Entrenador- había sido sustituido, puede -y seguramente lo sea- que su cese haya sido uno de los más controvertidos en la historia del club. Antes de marcharse, a Lacombe le llamaron la atención dos jugadores, él fue la persona fichó a un joven Florent Malouda que apenas había deslumbrado en Ligue 2 con el Châteauroux y a un emergido Didier Drogba. Drogba se había dado a la fama en el Le Mans y a pesar de fichar por un club relativamente pequeño en  Francia, numerosos diarios le criticaron tras ésta decisión, al rechazar al Lyon -Sí, Lyon, dos años después fichó por el OM- quiso seguir creciendo en su carrera en un club con poca historia en el fútbol francés. El destino es así de cruel. Si Lacombe no llega a juntar a Malouda y Drogba en aquel Guingamp ¿Habrían sido lo que son actualmente?

De la mano de Drogba y Malouda el Guingamp rozó la gloria. Acabó 7ª la Ligue 1, a sólo dos puntos del Auxerre, a sólo dos puntos de disputar por primera vez en su historia la antigua copa de la U.E.F.A. El Lyon consiguió su segundo campeonato consecutivo y Drogba anotaba 16 goles, 4 más que en sus 5 años en Le Mans, habiendo anotado la espesa cifra de 12 goles en 64 encuentros. Era algo casi imposible de ver para un club que estaba en números rojos.

Drogba se marchó al OM y Malouda decidió emprenderse en el todopoderoso Lyon, auténtico dominador del fútbol francés por aquel entonces. Su entrenador, Bertrand Marchand amenazó con dejar el club tras éste no corresponderle con los fichajes que el pidió para reemplazar a Drogba y Malouda. Nadie supo más del Guingamp que en aquella temporada. Finalizo en la 19ª posición en Ligue 1, descendiendo a Ligue 2. Bertrand se vio obligado a emigrar al fútbol africano y el club continuó vendiendo a sus estrellas, entre ellas Yohan Rivière, Yahia o Souleymane Camará. La palabra rendirse no está presente en el aficionado Bretón, y por ello el Guingamp siempre creyó, creyó en un equipo por el que pocos apostaban, por el que todos daban por hecho que seguiría su derrumbamiento en las categorías inferiores del fútbol francés, creyó y logró volver 7 años después.

Tras varias temporadas de ocaso, Guingamp volvió a hablar de fútbol en 2009. Un año después de la desastrosa Eurocopa de Francia en Austria y Viena el fútbol francés cambia radicalmente. En la Ligue 1, el Girondins de Burdeos ponía punto y final a la hegemonía del Lyon. 7 Ligas consecutivas, dos semifinales de Champions y 12 títulos en esos 7 años eran una cifra casi inigualable. En la Coupe de la Ligue, el Burdeos hacía doblete al derrotar por 4-0 a un Vannes que quiso ser el segundo equipo que conseguía la Coupe de la Ligue estando fuera de Ligue 1.

También hubo sorpresas en la Coupe de France,  una Coupe que dejó a los principales favoritos eliminados a las primeras de cambio. Pero sin duda, el aliciente de aquel torneo fue el Guingamp. Victor Zvunka, entrenador que a día de hoy, en sus 30 años como tal sólo ha conseguido un título -La Coupe de France con Guingamp en 2009-.  Zvunka como jugador había sido un mito del Marsella, disputó 265 partidos y consiguió una  Coupe de France. Como entrenador, en 30 años ha estado 16 equipos. Pasando del antiguo Matra Racing al Naval 1 -6ª División francesa cuando  Zvunka llegó-.

Antes de forjar la leyenda, el Guingamp tuvo un encuentro no apto para cardíacos en 1/32 de la Coupe. Jugó ante el único rival con el que mantiene una rivalidad más fuerte que el Rennes. El Stade Brestois. Brest está escasamente a 60 Kilómetros de Guingamp y la rivalidad comenzó a coger fuerza en 1991. Un 1991 en el que el Brest estuvo muy cerca de desaparecer, obligando a pedir préstamos a la federación y fue Noël Le Graet quien evitó su finiquito. Le Graet era el presidente de la federación en aquel entonces y se había declarado hincha del Guingamp años atrás. Cuando Le Graet salvó al Brest los aficionados del Guingamp quemaron todas las fotos y objetos que le vinculaban a Le Graet. Desde entonces, su rivalidad ha sido atronadora.

Aquel partido terminó 2-0. Richard Soumah, goleador ese día, no sabía lo mal que le iban a ir las cosas tras ser una pieza clave aquella temporada en el club bretón. Un año después de su gesta con el Guingamp, Soumah anunció su fichaje por el Brest ante el asombro de los aficionados. El Brest ascendía a Ligue 1 en 2009 y que mejor manera de celebrarlo que fichar a un jugador -Al mejor jugador, porque Soumah era el más vertical de aquel equipo- del eterno rival. Obviamente, la reacción de sus aficionados os la podéis imaginar. Camisetas quemadas, amenazas de muerte… El propio jugador tuvo que presentar una denuncia a la policía. Es curioso que inmediatamente después de la denuncia tuviese que contratar a un escolta para vivir más tranquila. Pero para colmo de los aficionados bretones que aman el Brest, la temporada que viene su equipo jugará en Ligue 2 y el Guingamp en Ligue 1.  Soumah se marchó de Guingamp a Brest para poder jugar en Ligue 1, el Brest lo cedió al Angers -El Angers es un rival directo del Brest- y no quiso saber más de él. En el Angers, más de lo mismo. Pero para colmo de los colmos, Soumah había comenzado a jugar en el Rennes, el máximo rival del Guingamp. Jugó aquella final de 2009 y poco después, su carrera ha ido destrozándose por sí sola, a tal punto de estar actualmente jugando en Bélgica sin apenas protagonismo.

Richard Soumah ante el Brest (2007/2008)

Tras el Brest, Sedan, Le Mans y Toulouse sucumbieron ante la avalancha del Guingamp. La semifinal ante el Toulouse fue la más complicada y la más espectacular del torneo. Era el Toulouse de Emana, de Gignac, de Elmander… un Toulouse que llegaba con opciones de título en Ligue 1 y siendo el rival a batir en la Coupe de France. Nuestro amigo Soumah fue expulsado cuando el equipo dominaba por 0-1. Todo indicaba a que llegaríamos a la prórroga, pero en la última jugada del partido, al más puro estilo Bretón, Badara Senê introducía el balón en la red y lograba que el Guingamp pudiese disputar su segunda final de la Coupe de France tras la de 1997. Una final que perdió en una dramática tanda de penaltis. Su entrenador era Francis Smerecki, una leyenda que explicaba a France Football años después que el Guingamp volvería pronto a vengarse de aquella final en la que nunca mereció caer. Smerecki entrena a las inferiores de Francia desde 2006 y actualmente es el seleccionador de la selección sub19 francesa.

El Guingamp jugaría su segunda final de la historia ante el Rennes. El Rennes,  rival por excelencia al que cualquier equipo bretón desea humillar algún día. Rennes, equipo más antiguo de Bretaña y localidad más poblada de la comarca. Queda todo tan bonito que para un aficionado de Guingamp, era la final soñada. Tenían que demostrar al fútbol que ellos no eran el rival pequeño de Bretaña en el que el Rennes había sido dominador desde sus inicios. Y tendría el morbo de hacerlo ante Guy Lacombe, el entrenador que dejó el Guingamp en 2002 y que había fichado a Drogba y Malouda.

Gauclim; Deroff, Bassilia, Koné, Saad; Oruma, Mathis, Colleau; Silva Alves, Eduardo, Soumah fueron los once guerreros que salieron al Stade  France el 9 de Mayo de 2009 a las 20’45.  Resulta curioso que de estos once no quede nadie en el Guingamp de ahora. Fue un partido muy igualado y con pocas ocasiones. En el minuto 69′, el estadounidense Bocanegra adelantaba al Rennes. La final parecía decantada para los de Lacombe, pero el brasileño Eduardo se vistió de héroe. Anotó dos goles en 10 minutos, dejando en evidencia a una de las mejores defensas de Francia en aquel entonces -Hansson y M’Bia-. Fue el año en el que Eduardo se dio a conocer en Francia tras haber despuntado años atrás en el desconocido fútbol suizo. Guingamp se convertía en el primer equipo que lograba ganar la Coupe de France -La reformada Coupe de France- estando fuera de la Ligue 1.


Guingamp retrocedió en el tiempo para mal un año después. Fue degollado por el Hamburgo en la Europa League y en verano perdió el 90% de la base del equipo. Soumah se marchó al Brest, Eduardo al Lens y Gilson Silva sorprendía al dejar el club para firmar por el Ceuta.

Zvunka no pudo emular el milagro y puso fin a su etapa en el club de la peor manera posible. Descendió a National, y fue destituido. Todo parecía un flashback, un retroceso en el tiempo. Un descenso que podía poner punto y final a la existencia del club, un descenso que echó por la borda los méritos cosechados la temporada anterior. Un descenso que hizo perder al club casi 3.000 abonados y que el estadio pasase de ser el mayor en afluencia en Ligue 2 al tercer menos visitado en National.

Zvunka fue destituido y Jocelyn Gourvennec cogía su testimonio. Oro ex del OM en el que su único logro como jugador había sido el de disputar la final de la antigua Copa de la U.E.F.A en 1999, en la que un Parma entrenador por Alberto Malesani daba la campanada ante el OM, favorito en la final y hambriento para revalidar su segundo título europeo tras la Champions de 1993.

El nombramiento de Gourvennec como entrenador no gustó a nadie, bueno, sólo a la directiva. Gourvennec como jugador estuvo dos años en el Rennes. Otra vez el Rennes, siempre el Rennes. No vamos a volver a mencionar la rivalidad porque nos podríamos pasar siglos. Fue presentado Gourvennec y los aficionados le recordaron el 2-1 del Guingamp dos años atrás. Él se lo tomó con filosofía.

Gourvennec se caracterizó por ser fiel a sí mismo. No necesitó el mejor equipo, ni los mejores recursos para ascender a Ligue 2. Optó por confiar en jugadores jóvenes y el experimento no le pudo salir mejor. Knockaert se convirtió en la estrella del equipo con 20 años y el veterano Mathis, jubilado en su llegada a Guingamp en un líder en el campo. Con un presupuesto mínimo, Guingamp volvía a la  Ligue 2 en la última jornada, acabando 3ª.

Gourvennec renovó por el club y en su primera temporada estuvo con posibilidades de ascender hasta la última jornada. Un espeso final  le privó de volver a Ligue 1 10 años después de su dramático descenso. En esta campaña, un jovencísimo Imbula cogió las riendas en el medio del campo y formó una pareja demoledora junto a Knockaert. Imbula continuó al contrario de Knockaert. El internacional U21 se marchó al Leicester City tras rechazar al Lyon y al Burdeos. A día de hoy pocos siguen entendiendo su marcha.

No suelo creer en las casualidades ni creencias, pero sí fue curioso que el Guingamp acabase 7ª en Ligue 2 10 años después de su séptimo puesto en la Ligue 1. Gourvennec volvió a ser fiel a sí mismo. No fichó a ninguna estrella y se encomendó a Cédric Faure, un mito del fútbol francés y la pieza idónea para el proyecto al tener una amplia experiencia en Ligue 2. Había ascendido con el Toulouse en 2003 y con el Stade Reims en 2012, y se convirtió en el primer jugador que lo lograba tres veces al ascender con Guingamp. Difícil es situar  a algún jugador a su altura en la historia de la Ligue 2.

Imbula continuó en el club y se convirtió en un abusón en el campo. Su superioridad era de tal calibre que equipos como Atlético de Mardrid o el Milán preguntaron por sus servicios a mitad de temporada.  Lo sellaron en 9 millones de Euros. Pero sin duda, la sorpresa mayúscula en el ascenso del Guingamp ha sido Mustapha Yatabaré. Gourvennec lo fichó del US Boulougne. Y en su primera temporada fue duramente criticado al no anotar ni un sólo gol. Pero tras la salida de Knockaert y el bajo rendimiento de Atik y sobretodo, de Fauré en ataque, Yatabaré explotó definitivamente. Gourvennec le hizo jugar de delantero centro cuando él había estado durante toda su carrera actuando desde la media punta o partiendo desde la banda. Fue el cambio que le hizo ser grande, que nos hizo recordar a Drogba durante su etapa en Guingamp.

A la temporada siguiente, en la que el Guingamp volvía a la Ligue 1, el club perdió a Imbula por 9 millones, pieza clave en el ascenso. La venta de Imbula no trastocó los planes de un Gourvennec que colocó al club bretón en plazas europeas tras las cinco primeras jornadas del campeonato. Pero más allá de su notable rendimiento en Liga, el Guingamp volvía a colarse en las rondas finales de la Coupe de France, su competición fetiche desde su creación en 1912, por varios aficionados que odiaban el monopolio del Rennes.

Cierto que el Guingamp ha tenido siempre a rivales muy inferiores en esta Coupe de France -No se ha enfrentado a ningún rival de Ligue 1 ni Ligue 2 durante todo el torneo- pero también es cierto que ha ganado en campos muy complicados de divisiones inferiores, donde la presión del público y el pundonor de jugadores ni tan siquiera profesionales dificultan el partido. Ahora viene lo bonito, el verdadero aliciente para el club. El destino ha querido que el Guingamp tenga que enfrentarse al multimillonario Mónaco en las semi-finales del torneo. Lo bonito no es enfrentarse al Mónaco, lo bonito es saber que si el Rennes gana la otra semifinal y tu ganas al Mónaco, te vuelves a enfrentar a tu rival, y vuelves a tener la posibilidad de demostrar quién es el verdadero rey en Bretaña. De ahí que estas semifinales vuelvan a ser extremadamente importantes para el club.

Guingamp está a dos partidos de repetir la gesta de 2009, de volver a jugar en Europa, de volver a soñar siendo un equipo limitado en aspecto económico y deportivo. Drogba y Malouda estarán orgullosos del equipo si este acaba llegando a una hipotética final contra el eterno rival, que tantas veces ha echo llorar al ploreatariado del norte de Bretaña. La Coupe vuelve a dejarnos claro que el equipo pequeño tiene derecho a considerarse grande.